Bulgaria
Esta es una pequeña colección de fotos del viaje que hicimos a Bulgaria en el año 2000.
(Haciendo clic en las imágenes, se agrandan. En
el texto, algunos enlace apuntan a fotos y otros a sitios de web relacionados)
Tenemos
algunos amigos en Bulgaria (Ina y Marty), así que fuimos ahí un par de veces y
la pasamos maravillosamente. Pese a que Bulgaria es un país hermoso para
visitar, no tengo idea de cómo un turista común se las puede arreglar, porque no
es muy amigable turísticamente que digamos. Alquilamos un auto con nuestros
amigos, y los seguimos a una gran variedad de lugares, todos fascinantes.
Sofia, la
capital, no tiene grandes cosas para ofrecer, y todo lo mejor está en el resto
del país. El primer lugar para visitar está muy cerca de Sofia,
un antiguo
monasterio sobre la montañas Rila (Рила). El monasterio está muy bien
preservado, y los frescos son increíbles. El contraste entre
las coloridas
pinturas, los arcos en blanco y negro y
los altos
árboles verdes en los alrededores saca el aliento. Es uno de esos lugares
raros en el mundo que son únicos e impresionantes de ver, pero que no está
arruinado por turistas. Hay alguno que otro, a decir verdad, siempre un japonés
aquí o allí con su cámara tomando fotos de todo, pero no es el aluvión de gente
que uno normalmente se encuentra en la Capilla Sixtina, por ejemplo.
Las
montañas circundantes son un contexto increíble para este lugar, que fue salvado
de la destrucción de los turcos gracias a ellas. La mayor parte de la cultura
búlgara sobrevivió los cinco siglos de opresión de los turcos escondida en
monasterios, por eso son tan importantes. Otro monasterio que visitamos es el
más viejo de Bulgaria:
Bachkovo
(Бачковски манастир), que está un poco más cerca de lo que es un monasterio de
verdad. Tienen sacerdotes y animales y no es tan turístico, tan preparado para
sorprender como el de Rila. La gente lo visita por sus valores religiosos, no
por una urgencia de índole turística. La iglesia en sí misma es pequeña y
encantadora, llena de madera y parece muy antigua. Los sacerdotes son
naturalmente muy distintos a los que los que fuimos criados en la cultura
católica estamos acostumbrados. El mundo eslávico está normalmente prohibido al
turista europeo común, y la religión es una de las cosas que marcan más
diferencias. No se ven aquí las ricas iglesias cristianas llenas de mármol y
oro: madera y frescos son toda la ornamentación, y luce más razonable de esta
manera. El lujo no es algo que debería pertenecer a la iglesia. Nos hartamos de
eso en Roma, precisamente en el Vaticano. Como ateo que soy, veo todo esto desde
afuera, claro. El nacimiento de la tradición eslávica y la cultura religiosa
tuvo que ver en gran parte con los hermanos búlgaros
Cirilo y Metodio,
que
inventaron el
alfabeto cirílico
(y el glagolítico
también), aún hoy usado por muchos lenguajes eslavos (hasta
cincuenta) como el ucraniano, el ruso y por supuesto el
búlgaro. Las iglesias y
monasterios mejor conservados están en lugares que son difíciles de acceder.
Incluso encontramos una iglesia rusa en un lugar muy improbable, el
Templo
Shipka (храм Шипка). En efecto, no es inverosímil desde el punto de vista
histórico: muchos rusos murieron ahí durante la liberación de Bulgaria, pero uno
no espera una iglesia en ese lugar. Otros monasterios en los que estuvimos está
en lo alto (o directamente horadados) en las montañas, como el de San Kirik
(Свети Кирик), Drianovo (Дряновски манастир) o Aladja frente al Mar Negro. El
primero fue convertido en una especie de hotel, por cierto. Otro ejemplo de
antiguas construcciones en las montañas es la
"fortaleza" de
Asen ("Асенова Крепост"): luego de una larga subida, llegamos a la fortaleza
o lo que queda de ella: una pequeña iglesia en medio de un paisaje impresionante
en las montañas Rodope.
La Edad de Oro
Cuando la vimos por primera vez, no teníamos idea de cómo podíamos llegar hasta
allá arriba. La historia de
este lugar está relacionada con los tiempos en que Bulgaria era una nación muy
importante dentro del mosaico europeo. Antes de los rusos, antes de los turcos,
Bulgaria era un gran país, y esa grandeza puede ser apenas entrevista o
sospechada hoy en las ruinas de los viejos castillos. En nuestro camino al Mar
Negro encontramos muchos lugares donde se podía percibir los restos de esa Edad
de Oro (Златен век), un tiempo donde el país era mucho más grande de lo que es
hoy, en el siglo IX después de Cristo. Creo que el mejor lugar para visitar y
ser testigo de esto es en una vieja capital llamada Veliko Turnovo (Велико
Търново), donde está preservado aún un gran castillo.
El
castillo es enorme, y el lugar donde fue construido es sorprendente, con una
vista excelente. Está la gran entrada con un león, y un camino ascendente a una
iglesia. El castillo fue reconstruido y uno se puede dar una buena idea de cómo
lucía en otros tiempos. La iglesia en sí misma tiene un detalle curioso: todos
los frescos y el arte interior son moderons, algo que no he visto en ninguna
otro iglesia en el mundo. Realmente impresiona. El estilo tiene un algo de
Francis Bacon, así que pueden
imaginarse lo raro que es encontrar eso en una iglesia. La ciudad en los
alrededores del castillo también es bella para visitar. Otra antigua capital es
Veliki Preslav (Велики Преслав).
No
está tan bien preservada como Turnovo:
algunas
columnas y muros son todo lo que queda de la destrucción y el tiempo, pero
aún es tremendo verlo (hay una hermosa selección de fotos de las ruinas
aquí).
Cerca de allí, nos sorprendió un completo museo arqueológico, en la mitad de la
nada. Llegar a Preslav en sí mismo no fue fácil, e imagino que es casi imposible
para un extranjero. Pero a causa de eso es que nadie visita las ruinas, y están
disponibles solamente para uno. Se puede caminar por ahí, y el silencio
transporta al tiempo donde Preslav estaba lleno de gente, en épocas medievales.
Esa es una de las mejores cosas de Bulgaria: me sentí más de una vez como si
estuvieran nada más que el pasado y yo: uno está solo con lugares y
construcciones antiguos, y se tiene la posibilidad de dejarse ir con los
pensamientos. Una sensación similar la tuve en Hissar (Хисаря), donde alguna vez
hubo una gran ciudad romana.
Romanos y Tracios
Hoy se extienden todavía
enormes
murallas de los tiempos del Emperador Augusto, a lo largo de 5 km, con más
de 20 manantiales minerales, un pueblo realmente agradable. La gente actual vive
cerca de las ruinas, y tuve la sensación de que no están conscientes de ellas.
Fui a caminar solo entre las ruinas, y me encontré con un pintor. Al principio
pensé que estaba inspirado por las ruinas, que estaba pintando una vista de
ellas. Cuando me acerqué, me dí cuenta que estaba copiando un pequeño retrato de
una mujer, un recorte de una revista. Se percató de mi presencia, y trató de
hablar conmigo. Mi ignorancia del idioma búlgaro y su ignorancia del idioma
inglés impidió la comunicación. Seguí caminando, y pensando el la idea misma de
romanos caminando por los mismos pasajes.
No
tomó demasiado tiempo, y yo ya estaba en tiempos romanos, en un baño romano o
algo así. No había nadie ahí para negar la ilusión: solamente mis ropas
modernas, y una vaga sensación de que no pertenecía a ese lugar. De vuelta a la
realidad, hay tumbas tracias bien preservadas en los alrededores. Los tracios
vivieron en lo que hoy es Bulgaria cerca del siglo VII antes de Cristo, y hay un
montón de material arqueológico para ver de ese importante pueblo. Uno de los
lugares más destacados es Plovdiv (Пловдив), donde tienen un
antiguo
anfiteatro que aún hoy se usa para algunos espectáculos. En Plovdiv tienen
una fuerte conciencia turística: cobran por entrar al teatro, lo utilizan para
teatro y conciertos, y en la ciudad todo es "amigable", para decirlo de alguna
manera. Por ejemplo, encontramos un alfarero que trabajó algunas vasijas en
frente nuestro, muy interesante. Incluso tenía una tarjeta de presentación
escrita en inglés. La ciudad en sí es un lugar antiguo y encantador, llena de
calles
enfrentadas por viejas casonas. Pero esta "amabilidad turística" no fue
encantadora para mis amigos, quienes me dijeron que es como artificial para el
estándar búlgaro, pero fue una hermosa experiencia en cualquier caso.
Pueblitos
Pueblitos de campo como
Etar (Етъра)
o Bozhentsi (Боженци) están más cerca de la realidad. Son tan lindos como un
cuento de hadas. En Etar compré una tambura, una especie de mandolina búlgara y
tomamos un café muy folklórico (llovía a cántaros) en una casita chiquitita.
Todo estaba hecho de madera. No muy lejos de allí dormimos en Bozhentsi, en una
cabaña, y eso estuvo mucho mejor que en cualquier hotel europeo en el que
hayamos estado. Fuimos servidos por un señor muy amable -incluso tocó el
acordeón- comimos muy bien y tuvimos un aún mejor desayuno, lleno de queso y
cosas que sabían extraño a nuestro paladar, pero sin duda todo muy rico. Usan
queso y yogur en muy diversos platos, y eso fue una de las cosas destacadas del
viaje: la excelente comida. Especialmente algo llamado guyveche (гювече), un
plato preparado en una cacerolita individual de cerámica donde se sirve. Es
delicioso. Compré un par de esas cacerolitas para cocinar ese plato en casa. Una
de las recetas es la guyvech
que preparan en el monasterio de Rila. Pero de vuelta a Bozhentsi, sentimos
como si estuviésemos en un pequeño y prolijo pueblito que podría pertenecer a
cualquier época, y la gente que vivía allí era tan atemporal como las casas.
Hemos estado en varios pueblos en Bulgaria, y son de muy distintos tipos: Sofia
tiene el gris típico comunista, Gabrovo (Габрово) nos pareció más colorido e
incluso más moderno, como Turnovo. Plovdiv y Varna, más preparadas para atraer
turismo. Visitamos incluso un par de ciudades de interés histórico: Karlovo
(Карлово), el lugar de nacimiento de Vassil Levski, el prócer nacional búlgaro
que encabezó la revolución contra los turcos, y Calofer (Калофер), con la casa
de Christo Botev, un poeta mayor y también héroe de la revolución. Cada ciudad
que hemos visitado no tenía nada que ver con las que estaba acostumbrado en el
"mundo occidental", si se quiere. Quiero decir: cuando estuve en Roma o en
Londres, noté que tenían un caracter único y distintivo, pero de alguna manera
eran familiar, por decir algo. Este no era el caso aquí.
La Playa
Tal
vez la ciudad más "normal" sea Varna (Варна), donde encontramos las playas del
Mar Negro. Las playas son hermosas, más hermosas que las de Argentina,
naturalmente. El agua es azul y verde, pero la arena está atestada de gente.
Probablemente éste sea el lugar más turistico de Bulgaria, y que el turismo aquí
es negocio es algo notorio. Por primera vez en nuestro viaje escuché gente
hablar en varios lenguajes, y los locales sabían hablar inglés para complacer a
los turistas. Los hoteles están al nivel internacional, al igual que los
precios. Hay mariscos, hay McDonalds. Totalmente diferente del resto del país.
Una cosa que me sorprendió es que el topless es algo común allí. Mientras que
nosotros, ardientes latinos, se supone que somos bien liberales acerca de esto,
nos sorprendió ver todos esos cuerpos desnudos en la playa. Estábamos
preparados, de alguna manera, por el hecho de que la muchacha búlgara promedio
es muy desinhibida para vertirse, pero igual fue una deliciosa sopresa, tengo
que admitir. En cualquier caso, nadamos en
un lugar lleno
de rocas (y por lo tanto no tan concurrido), y verificamos que el agua
estaba tibia. Otro día perfecto. Cerca de Varna hay otro monasterio, esta vez
horadado en roca.
Hay
un gran paredón natural frente al mar, y el "monasterio" es una
franja
horizontal trepanada en ella, de cerca de un metro de profundidad. Los
monjes vivían ahí, y bajaban sólo en busca de comida. Una vida realmente
agreste, despojada de símbolos que distraigan la vida del devoto. Me quedé ahí
pensando que esos monjes necesariamente deberían estar más cerca de Dios que sus
hermanos en las iglesias comunes. Una vida ascética en la roca, uno y el viento
y el mar debajo, debe ser algo muy cercano a una experiencia religiosa, aún si
no se es monje. Ahora hay escaleras y barandas, pero cuando los monjes vivían
ahí no había nada que impida que caigan, y trepar tan alto usando solamente las
manos, mmhh... A propósito, el lugar se llama Aladja (Аладжа манастир). No lejos
de Varna también está el Jinete de Madara, un jinete esculpido en un alto
farallón, a una altura de cerca de 100 metros, que data del 800 después de
Cristo. No pudimos ver mucho, porque las inscripciones estaban rodeadas por una
construcción especial para preservar las rocas contra la erosión. Y el hermoso
viaje terminó en Varna, y nos tomamos un avión a Sofía otra vez, para volar a
Hungría. Bulgaria es uno de los países más bellos que he visto, es una pena que
esté tan cerrado al turismo. O no: tal vez los mejores secretos han de ser
guardados por toda la eternidad...
(Puede encontrarse un mapa detallado del viaje
aquí)